Cuando el hombre se despioja

Por Alberto Omar Walls

 

            Es tan importante la educación para el ser humano que sin ella sería imposible aceptar el estado de conocimiento actual de las sociedades más evolucionadas. Pero aunque sea aceptada hasta el nivel de lo más evidente y primordial, hoy día se sabe que la genética es el elemento incuestionable en la evolución, tal y como la conocemos a este lado del gran universo cósmico[1].

        Las posibilidades de que se produjera el habla en el humano las razonó el gran investigador Chomsky[2] como la gran capacidad del lenguaje que actúa con carácter innato. Para él la posibilidad del habla en el humano es innata. Los genetistas comentan algo muy atávico sobre el genoma del habla. En realidad nuestro encuentro comunitario en una conversación nocturna, amena, distendida y jaranera, se parece mucho al conciliábulo social de los monos en torno al rito de despiojarse.

          En la pieza teatral titulada La vida es sueño de don Pedro Calderón de la Barca, su personaje principal, Segismundo, se despiojaba en soledad. Calderón[3] fue un autor teatral que vivió hace más de trescientos años y que escribió, entre otros muchos textos, un hermoso poema dramático sobre la condición profunda de la humanidad y las desesperanzas del hombre. Su personaje ha trascendido el tiempo gracias más a sus monólogos que a la desesperada búsqueda de respuestas ante las infinitas incógnitas de la vida.

             Mas tantas preguntas sin respuestas nos invaden hoy como infinitos serán los copos de nieve que le caerán al Teide en este invierno. Esos bellísimos cristalitos de exquisita transparencia, aumentados cuando son vistos al microscopio, aparecen ante la vista del investigador con la sorpresa de que son ejemplares únicos, irrepetibles. Como el humano en su individualidad, la naturaleza tiene la capacidad, si lo desea, de no repetirse. Sorprende descubrir que ningún copo de nieve sea igual a otro. Terrible futuro, si aparecieran los humanos clónicos. Aún hoy hay monos que buscan personas iguales a sí mismas en la pareja, y quizá por eso tiendan luego a domesticarlas, domeñándole sus hábitos y costumbres, limándole sus creatividades como si fueran excrecencias, apartándole de la libre condición de ser un gran-pequeño dios hacedor de su mundo propio.

            Pero por mucho que insistamos nadie es igual a nadie, como los copos de nieve. Ahí radica una de las funciones milagrosas del lenguaje, permitir la individualidad y diferencias y, en ese proceso, hallar a través del diálogo un jugoso territorio de encuentros e intercambios.

        Al parecer, los humanos de hoy, en el deseo de agruparse, para huir del vértigo de la individualidad, se reúnen para despiojarse a través del habla. La disculpa será una copa de vino, merendar, tomarse un cortadito a media mañana o tarde, degustar una exquisita cena, siempre con unos amigos muy conversadores, pero en realidad se están escarbando con sus torpes dedos entre la densa maraña de sus inconscientes para despiojarse de sus dudas, desmenuzando las preguntas sin respuestas formuladas ante sus dioses, para ahondar en lo rojo de sus propias heridas.

              Por supuesto, lo que menos entiende el humano, son las separaciones. Toda separación se radica en el pasado. El lado derecho del cerebro representa el pasado, el izquierdo el futuro. Por eso, cuanto más perseverantes seamos con el lenguaje, la música, o cualquier otra manifestación creativa, más estaremos aireando o despiojándonos esa parte del cerebro donde se almacenan los dolores y las heridas más profundas.

              No hará mucho, decía Vargas Llosa que la escritura le servía muy bien para exorcizar sus demonios interiores. Sorprende imaginar a Calderón, exorcizándose sus vómitos místicos en el ¡ay, mísero de mí, ay, infelice, apurar cielos pretendo, ya que me tratáis así!, o simplemente imprecándole a Dios, urgiéndolo para que satisfaga sus incógnitas sobre quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.

            Aún hoy hay muchos monos erectus que se desviven porque les rasquen las cabezas.

            Otros, no lo soportamos.



[1] No nos llevemos a engaño con nuestra realidad superficial,  porque se supone que existen otros mundos, paralelos o transversales, con una, dos tres o cuatro dimensionales más, y simultáneos, a este mundo nuestro que conocemos en la Tierra. Si nos mantenemos sujetos y aislados en nuestra única realidad, no hacemos sino quedarnos anclados.

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Noam_Chomsky : “Anarquista, o socialista libertario (…) Su lingüística es una teoría de la adquisición individual del lenguaje e intenta ser una explicación de las estructuras y principios más profundos del lenguaje.”

[3] Madrid, 1600-1681: “(…) Sueña el rey que es rey, y vive /con este engaño mandando, /disponiendo y gobernando;/y este aplauso, que recibe/prestado, en el viento escribe/y en cenizas le convierte/la muerte (¡desdicha fuerte!):/ ¡que hay quien intente reinar/viendo que ha de despertar/en el sueño de la muerte! (…)”

 

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