¿Cómo ayudar a desterrar el dolor de quien sufre?

    Un instante de ira, borra las sonrisas en los espejos...

 

  Esta tarde, martes, para más señas 19 de febrero, después de haber pasado un día luminoso y tranquilo frente al mar, tuve unos instantes de ira. Ese brote de violencia, que se justificaría por la autodefensa, violó la paz interior que me había construido. Este mundo se debate entre la búsqueda de los imposibles y el sufrimiento cotidiano a ras de tierra.

 

   Ya de noche, acabo de venir de contemplar en el jardín la bella Luna creciendo, rodeada de vívidos astros, brillante como una bandeja de plata, y le he hablado desde el corazón, con mis brazos abiertos de desamparo, de las tantas contradicciones que atormentan nuestras vidas. Da igual que me oyera, yo se lo lancé todo a quemarropa con el pensamiento seguro de que la vida no se detiene por nadie: ella, yin, femenina, lo tornará al sol, este, yang de la mañana, lo distribuirá entre sus poderosos compañeros de la séptima galaxia, ésta lo expandirá a millones años luz y, una tras otra agrupación de estrellas, como bolas de billar, se irán tocando hasta llegar al centro mismo del universo…

 

   Allí estaré yo para recibirme, escucharme y perdonarme.

 

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