© Alberto Omar Walls
- ¡Pareces insaciable!, ¡no seas tan incestuoso!- oyó decirle, como otras veces, a aquella voz grave y autoritaria.
¿Cómo que no? -se dijo satisfecho, mientras se despatarraba en la cuna-; es lo único que no vas a poder prohibirme jamás.
Y, a gritos, pidió seguir mamando de la teta de su madre.