© Alberto Omar Walls
Mis felicitaciones en este Día de la Mujer a quienes sientan sensibilidad en su interior para amar la vida y respetar a los demás y a sí mismos.
Como sea que el poder corrompe a todos por igual, pido que la Hembra sea cada vez más libre frente al Macho, pero también frente a sus posibles deseos ocultos de igualarle o superarle. Debería la mujer, como colectivo humano o sexo marcado, replantearse otros modelos familiares, sociales, económicos y de solidaridad que el hombre, en su omnímodo poder, dentro de la familia o en los gobiernos, no ha sabido cumplir ni enseñar hasta la fecha.
Ese es mi Día de la Mujer y su conciencia de sí.
Felicidades a quienes ayudan y propician con sus ejemplos y actuaciones la igualdad y solidaridad, desde el lugar que ocupen: en la familia, como madres, como educadoras en la universidad o en las aulas infantiles, en el gobierno siendo en verdad auténticas y no subsidiarias del poder comprado, entre la masa anónima o entre los amigos, llevando en cada manifestación el orgullo íntimo de sentirse solidarias y negociadoras de querer fundar un nuevo mundo donde todos caben por igual.
Ese es mi Día de la Mujer y su rebeldía.
Solidaridad que se entiende sin distinción de raza, sexo, cultura o economía, buscando siempre la erradicación definitiva de cualquier tipo de sufrimiento que imponga el peor enemigo de la humanidad, es decir el propio Hombre. ¿Quizá todo esto, y más, sea en realidad lo que se entiende por Amor?
Ese es mi Día de la Mujer y su voluntad de ser.
Por tanto, felicidades a quienes luchen con sus sensibilidades, conocimientos y voluntades, para que la Igualdad y el Amor prevalezcan por siempre entre todos los seres.