La vida como un espejo

 

     © Alberto Omar Walls

 

Hace ya muchos años de que ocurrieran estas cosas, me refiero al preguntar a un filósofo o alguien muy espiritual, sobre los caminos a seguir en tiempos revueltos. Pero a Gandhi le preguntaban sobre muy diversos asuntos de la vida, fueran periodistas ingleses, americanos o gente espiritual, interesados todos por dar a conocer las teorías y pensamientos de aquel gran político de la no-violencia que pudo, desde su insistencia y dolor, unir tantas voluntades para arrancar India de las garras del imperialismo decimonónico.

 

Paramahansa Yoganda nos narra, en su excepcional libro Autobiografía de un yogui, la visita que realizó a la casa de Gandhi, a petición suya, para darle la iniciación de la milenaria meditación Kriya Yoga, esa técnica y enseñanza que yoganandiyi extendió por todo el mundo. Se supone que el kriya yoga lo aprendió Yogananda de su maestro Sri Yuteswar y este del suyo, Lahiri Mahasaya, y este otro del propio Babaji, y el gran mahavatar, que se ha reencarnado a voluntad muchas veces para ayudar en el plano físico de la Tierra, de los Libros Sagrados vedas, y estos de la propia fuente inagotable de las energías divinas… así, quizá, hasta llegar al comienzo de este concepto del tiempo-espacio.

 

No cabe duda de que no hay fin conocido, ni principio que delate el comienzo, ni dedo que entre en ninguna herida para comprobar la verdad de la vida y la muerte, porque ambas son las dos caras de la misma moneda. Pero sí es cierto que necesitamos fabricarnos una Conciencia para vivir y fundar ideales que nos ayuden a caminar juntos entre tantos mundos. La fuente de todo está en el corazón de quien ama. Y amar no es una jilipollés, ni follar a destajo, ni estar todo el tiempo pensando en porqué me hizo esto y me dejó de hacer lo otro. Leí en algún lado que amar era saber pedir a tiempo lo que queremos, y dar en el momento exacto lo que el otro necesita; no me lo creo, no puede ser el “llegar a buenos acuerdos” para amaestrar nuestra cotidianeidad, o para que nadie te hiera o tú no destroces al otro aunque te creas inocente. Amar tampoco es solo aplicar la humana receta del gran Mahatmat Gandhi (que leerás más abajo); será un estar despierto desde tu Conciencia, observando todos los actos de tu existencia. Observar sin enjuiciar ni maldecir. Observar a secas. Saber en todo momento que estás vivo por y para algo que no será solo el producto de tus actos sino el profundo e irrepetible Acto Mismo de Vivir. Aunque sea también el gozar de tus privilegios, de ver unos atardeceres hermosos, u observar el corretear inocente de unos niños en el parque… Sí, quizá, Amar desde la Conciencia sea eso: sentirse vivo y estar vivo, y aceptarlo más allá de la muerte.

 

Como decía, le preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Y dijo:

 

La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente está cabreada, si yo lo estoy siempre; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.

El que quiera ser amado, que ame.

 

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