La ceguera del poder

     © Alberto Omar Walls

 

      Una paloma gris vuela sobre el mundo, y no la ven...

 

    Tenemos cinco sentidos que nos relacionan con la vida en este mundo que conocemos. Y ella nos devuelve lo que hemos aprendido. Si hemos dormido entre miedos, nos devolverá venganzas; si hemos aprendido con dolor, nos devolverá ataques; si hemos escuchado tiranías, nos devolverá terror y aniquilación, y si hemos recibido solo golpes, nos volcaremos en perfeccionarnos en la destrucción.

 

    Es tan grande la ceguera humana que se siguen arando las tierras con sangres inocentes. De ahí crecerán extraños seres que se alimentarán de la venganza y los odios.

 

   El loco enemigo es una creación humana, de su propio intelecto, de su capacidad de gozar con el dominio ejerciendo el mal. Está en la sombra que lo persigue y en su propia ceguera. En no querer ver más allá de sus obstinaciones y creencias, y, sobre todo, está en quienes sostienen dominio sobre los más débiles, manejan los dineros creadores de ídolos de barro porque así barnizan sus cuerpos de oropeles y diamantes. El gran enemigo enajenado por el mal está alojado en los corazones de quienes dominan este mundo de apariencias. No hay enemigo en el hombre más que él mismo.

 

    En este proceso de destrucción humana tan continua, tan cotidiana, la Naturaleza, cuando lo ve, se sonríe despectiva y mira para otro lado. Piensa, ¿qué me pedís?, ¿vivir en paz y alimentáis a diario, para conseguirlo, la muerte y destrucción? Se ríe de las contradicciones humanas, no tanto de las paradojas, y, desde luego, del cinismo de quienes, en nombre de ideales atávicos, no dejan crecer la hierba fresca bajo los pies del vecino.

 

    Solo simples números son los demás, bajas necesarias a favor de un proyecto tenido como ideal. ¿Es que no se han visto caer a lo largo de siglos culturas y poderes que se creían estar en posesión de la verdad? Pero si la verdad, para serlo, no necesita que la defiendan con guerras ni sangres inocentes. Necesita acciones muy simples o muy sencillas. Pregúntales a los niños y ellos dirán qué necesita la Verdad para ser auténtica. O si el corazón aún no se ha hecho de piedra, habla en la íntima soledad de la Conciencia y oirás una respuesta simple y clara.

 

     Pero el ego también se ha vuelto sordo…

 

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