Va de eso que llaman Amor...

       Aquí les traigo algunos poemas de amor. El poema Te quiero de Luis Cernuda lo subí al Youtube en 2010 [voz , imágenes y montaje míos] y allí está y va por la seis mil y pico visitas. Cernuda es uno de los poetas españoles más importantes de los últimos tiempos, y ocupará siempre un espacio de excepción en mis lecturas, pues me resulta tan hondo el eco íntimo que cada vez connota en mí su poesía, místico hallazgo para la sensibilidad.


     Al año siguiente colgué también el recitado de su otro gran poema Lázaro. Este es un texto excepcional porque nos habla de cómo la voz del Amor [la de Jesús el Cristo] puede sacar a un amigo del mundo de los muertos. Traigo el de Elizabeth Barret no sólo por su belleza y testimonio de entrega y fidelidad, sino porque tiene que ver con el mismísimo Cernuda, ya que la poeta era esposa de Robert Browning y este influyó sin duda en nuestro Cernuda cuando lo leyó en su exilio londinense, como lo testimonia su largo poema Lázaro.

 

    También un par de sonetos fantásticos e irrepetibles, uno de don Francisco de Quevedo y Villegas, Amor constante más allá de la muerte, genial e imposible de olvidar, y el escalofriante poema de Miguel Hernández que comienza diciendo Mis ojos sin tus ojos no son ojos.

 

francisco de quevedo   [Amor constante más allá de la muerte]

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día,

Y podrá desatar esta alma mía

Hora a su afán ansioso lisonjera;

 

Mas no, de esotra parte, en la ribera,

Dejará la memoria, en donde ardía:

Nadar sabe mi llama el agua fría,

Y perder el respeto a ley severa.

 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

Venas que humor a tanto fuego han dado,

Medulas que han gloriosamente ardido:

 

Su cuerpo dejará no su cuidado;

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

Polvo serán, mas polvo enamorado.

 

 

Elizabeth Barret Browning

De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre,

amado mío, salvo el que te ofrezco ahora

y, pensativamente, en toda su largura

sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos.

 

Tómalo. Ya mis días de juventud pasaron;

ya al paso alborozado no tiembla mi cabello,

ni prendo en él la rosa o los brotes del mirto,

como las chicas suelen: ya sólo puede, en pálidas

 

mejillas, sombrear las huellas de mi llanto,

y se avezó a soltarse cuando a la frente inclina

con su arte el dolor. Temí que las tijeras

 

fúnebres lo cortaran primero, y ha vencido

tu amor. Tómalo. Puro como antaño, hallarás

el beso que, al morir, en él dejó mi madre.

 

        miguel hernández

               Mis ojos sin tus ojos no son ojos,

que son dos hormigueros solitarios,

y son mis manos sin las tuyas, varios

intratables espinos a manojos.

 

No me encuentro los labios sin tus rojos,

que me llena de dulces campanarios,

sin ti mis pensamientos son calvarios,

criando cardos y agostando hinojos.

 

No sé qué es de mi oído sin tu acento,

ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,

y mi voz sin tu trato se afemina.

 

Los olores presagio de tu viento

y la olvidada imagen de tu huella,

              que en ti principia amor y en ti termina.

 

Luis Cernuda  [Te quiero]

Te lo he dicho con el viento,

jugueteando como animalillo en la arena

o iracundo como órgano impetuoso;

 

Te lo he dicho con el sol,

que dora desnudos cuerpos juveniles

y sonríe en todas las cosas inocentes;

 

Te lo he dicho con las nubes,

frentes melancólicas que sostienen el cielo,

tristezas fugitivas;

 

Te lo he dicho con las plantas,

leves criaturas transparentes

que se cubren de rubor repentino;

 

Te lo he dicho con el agua,

vida luminosa que vela un fondo de sombra;

te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,

con el hastío, con las terribles palabras.

 

Pero así no me basta:

más allá de la vida,

quiero decírtelo con la muerte;

más allá del amor,

             quiero decírtelo con el olvido.

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