MADRE EN EL RECUERDO: LA SUPERACIÓN DEL TIEMPO

amparo walls hernández empezó a publicar a los 94 años

escribió sobre el santa cruz de los años 20 del siglo xx

 

            Hace diez años, siendo siete de enero, minutos antes de las doce de la noche, a falta de tres meses para cumplir los 97 años  de edad, fallecía en Santa Cruz Amparo Walls Hernández. Quizá la noticia del óbito de nuestra madre podría pasar casi desapercibida, como la de muchos ancianos víctimas de una neumonía, si no se dieran en ella una cuestión sustancial: que era la autora tardía de dos bellísimos libros titulados Mariposas de papel y Párrafos de la memoria

 

            Ella misma escribió que fue a partir de los noventa años, cuando tenía ya mucho tiempo para pensar y recordar, cuando se decidió a escribir. Quizá como les ocurre a todas las personas mayores que van perdiendo las fuerzas físicas necesarias para ocuparse de los quehaceres cotidianos; pero en su caso, como conservaba intactas tanto la lucidez mental como la memoria, por eso decidió editar sus memorias juveniles, donde el ya olvidado Santa Cruz de Tenerife de los años veinte y treinta del siglo pasado cobraba un protagonismo esencial.

 

Afirmaba que escribía para experimentar muchas sensaciones dormidas, y, desde luego, para darle movimiento al cerebro y la voluntad de vivir. Pero sobre todo para regalar a sus hijos, nietos, bisnietos y a los lectores anónimos del futuro tinerfeño los múltiples ramilletes de aromas del pasado que aún revoloteaban en su memoria. Sus relatos del antiguo Santa Cruz contienen un aire fresco de humanidad que nos conmueve por su gran sencillez y naturalidad. También pretendía con sus escritos atraer al presente los sabores y olores de otras épocas que nos permiten recuperar la ternura que aún late y parpadea en nuestro interior, haciendo resurgir el familiar y entrañable tesoro de viejas ideas y profundas ilusiones.

 

Amparo Walls Hernández, quien nació en el santacrucero barrio de El Cabo el uno de abril de mil novecientos catorce, fue bautizada en Nuestra Señora de la Concepción, siendo la benjamina de seis hermanos, por lo que fue querida y mimada por toda la familia. Recuerda su infancia en su primer libro, Mariposas de papel, como un tiempo feliz, junto a una madre canaria muy creativa, como ella aficionada a la música y el canto, y a su padre, andaluz de bigotes hirsutos, severo pero con gran humor, muy tierno y cariñoso para con sus hijos. Amparo Walls Hernández, además de gestar, parir y criar a seis hijos, y ser una ama de casa con todas las consecuencias, siempre ayudó a su esposo, Sulaimán Omar Zarruk, en el comercio de la Rambla Pulido y, como fuera Aries, y su signo tiene mucho que ver con el fuego, esta mujer ejemplar, que hasta el final seguía tocando el piano, logró trasmitir a sus hijos la pasión por el arte.

 

            El escritor Pablo Martín Carbajal afirmó en la prensa que "esta autora narra desde la felicidad, y que su ejercicio de haber escrito o grabado sus recuerdos es un regalo único e inmejorable, una manera de mostrarnos que si estamos aquí es por algo, que nosotros empezamos mucho antes de nosotros mismos, y que si somos lo que somos es porque hay otras personas que son lo que son, o que fueron lo que fueron, y es esa herencia la que nos da sentido, y la que nos enseña a valorar su incuantificable legado."

 

            Muchos han sido sus lectores y todos ellos han quedado cautivados por la extrema sencillez y naturalidad de sus escritos, además de valorar la exquisita sensibilidad que la autora desplegó a la hora de levantar acta de algunos lugares de las calles y barrios de nuestro casi olvidado Santa Cruz. Como ella decía, escribo para no olvidar y para que mis descendientes me recuerden.

 

            En el Día de la Madre tan señalado, y en estas fechas especiales que convivimos al máximo con nosotros mismos las 24 horas del día, lanzo un reto a los hijos de los mayores para que hagan de sus vidas un testimonio permanente a través de la escritura. Porque mucho tienen que decir y testimoniar dejando constancia de sus experiencias, vivencias, felices algunas y no tanto otras, pero que forman un conjunto histórico de nuestra identidad humana del pueblo canario.

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